Paul Compton ha hecho exactamente lo que el gobierno federal recomienda para lograr que su hijo sea reconocido como un ciudadano canadiense, pero sus problemas no se han resuelto. Durante los últimos cinco años, el ciudadano nativo de Ontario ha estado escribiéndose con los funcionarios públicos, apelando a los políticos e incluso reubicó a su familia en un intento de rectificar lo que considera una situación injusta y precaria.
«Han sido capaces de quitarle a mi hijo el derecho a la ciudadanía», dijo Compton a la prensa canadiense. «No voy a permitir que el gobierno canadiense haga esto».
El hombre de 45 años y su familia están atrapados en un grupo de cambios regulatorios realizados a la Ley de Ciudadanía en el 2009, que limita la capacidad de transmitir la ciudadanía canadiense únicamente a la primera generación nacida en el extranjero. El problema principal yace con el hecho de que Compton nació en Escocia, donde sus padres estaban viviendo durante sus estudios en la universidad. Él llegó a Canadá cuando tenía cinco meses y vivió en el país hasta sus treinta años.
Profesor de profesión, Compton obtuvo un trabajo en una escuela internacional y se muda a Lima, donde conoció a su esposa peruana. Su primer hijo nació en Perú y se volvió automáticamente un ciudadano canadiense. Sin embargo, su segundo hijo nació meses después de que las nuevas reglas entrarán en efecto. El cambio significa que Mateo, de cinco años, no es canadiense.
Las nuevas reglas eran parte de la legislación que resolvió los problemas de los miles que habían perdido su ciudadanía debido a disposiciones legales desactualizadas. Sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno dijo que estaban protegiendo el valor del estado canadiense asegurándose que la ciudadanía no pudiera pasarse de generación en generación a aquellos que estaban viviendo fuera de Canadá.
Los cambios han hecho que Compton se sienta como un canadiense de segunda clase y no estaba al tanto de las nuevas reglas hasta que intentó solicitar un pasaporte canadiense para su hijo en el 2010 y se lo negaron. La situación ha empeorado con el tiempo.
Después de tratar de lidiar con el problema desde Perú, Compton regresó a Ontario con su familia en el 2014. Él y su hijo mayor entraron al país como canadienses, pero Mateo, que tuvo que obtener un pasaporte peruano, y la esposa de Compton vinieron con visas de visitantes. Una vez en el país, Compton aplicó a la residencia permanente para su hijo y su esposa pero después de más de un año, la aplicación todavía sigue bajo procesamiento.
Ahora Compton está exigiendo que Mateo reciba inmediatamente la ciudadanía canadiense por motivos humanitarios y también está pidiendo que la aplicación a la residencia canadiense de su esposa sea agilizada. Su representante parlamentario ha llevado su caso con el Ministro de Ciudadanía e Inmigración.
CIC dice estar otorgando la prioridad más alta a las aplicaciones de residencia permanente de la «clase familiar» y que además los niños pueden aplicar a la ciudadanía apenas se vuelven residentes permanentes.
Además de esperar por la residencia permanente de su hijo y esposa, Compton acaba de enterarse que el seguro de salud provincial que aseguró para Mateo de manera temporal ha sido rescindido porque se emitió por error. El Ministro de Salud de Ontario señaló que entre los requerimientos de elegibilidad para el Plan de Seguro de Salud de Ontario, los residentes deben ser un ciudadano canadiense, residente permanente o «ser uno de los recién llegados a grupos canadienses que son elegibles para el OHIP (Plan de Seguro de Salud de Ontario, por sus siglas en inglés).
No hay ninguna disposición que permita otorgar el OHIP por motivos humanitarios o por cualquier motivo discrecional.
Comentarios del abogado Colin Singer
A pesar que el CIC dice estar otorgando la más alta prioridad a las aplicaciones de la Clase Familiar, las partes interesadas pueden declarar que los retrasos han crecido significativamente bajo el gobierno de Harper. Además, las tasas de rechazo han aumentado un 20% para las aplicaciones de patrocinio conyugal ya que las políticas actuales cuestionan la «veracidad» de muchos matrimonios.
Fuente: The Globe and Mail