Un número creciente de legisladores alemanes de diferentes áreas del espectro político están de acuerdo en una cosa: Es tiempo para que el país sea un poquito más como Canadá.
Canadá ha surgido como un modelo a medida que Alemania lidia con una nueva ola de intranquilidad debido a su enfoque sobre la inmigración. El otoño pasado, esta tranquilidad irrumpió en el panorama público cuando miles comenzaron a participar en controversiales marchas anti-inmigrantes y anti-Islam. Estas marchas aprovecharon una gran insatisfacción con las políticas de inmigración del gobierno.
Ahora los políticos han comenzado a considerar reformar la ley de una manera que ayude a la economía a largo plazo pero también trate con el clima político inmediato. Canadá es visto como una inspiración, a pesar de los importantes cambios que todavía no se han probado en el sistema de inmigración de Canadá, implementados por el gobierno conservador en el 2015.
La semana pasada, los Demócratas Socialistas de centro izquierda, el partido menor en la coalición gubernamental, propuso un plan para reformar la ley de inmigración del país, poniendo gran énfasis en el ejemplo canadiense. El plan concibe imitar el uso de criterios específicos de Canadá, como nivel de educación y experiencia laboral, para otorgar un número de puntos para evaluar a los candidatos para inmigración.
Sin embargo, es precisamente ese sistema que Ottawa ha modificado. El nuevo proceso tiende a favorecer bastante a aquellos que ya tienen una oferta laboral en Canadá. También les otorga a los burócratas el poder de mover los candidatos al comienzo de la fila. Ambos son una clara ruptura con las prácticas pasadas y algunos han criticado el nuevo sistema por ser menos compasivo y tender a interferir más.
La efectiva administración de la inmigración es esencial para el futuro de Alemania. El país está enfrentando una división demográfica a medida que la población envejece y las familias se achican. Según la propuesta de los Demócratas Socialistas, la población en edad laboral será reducirá casi siete millones durante los próximos 10 años. Las empresas ya se están quejando sobre la dificultad de encontrar empleados altamente calificados.
Actualmente, Alemania es la economía más importante de la región, y como tal ha atraído trabajadores calificados que buscan oportunidades fuera del resto de los otros 28 miembros de la Unión Europea. Pero si las otras importantes economías europeas comienzan a recuperarse, esos flujos se reducirán, lo que significa que Alemania tendrá que mirar más allá de la UE para futuras fuentes de talento inmigrante.
Después de los EE.UU., Alemania se ha vuelto el segundo destino más popular para inmigrantes alrededor del mundo. El país absorbió 437,000 inmigrantes en el 2013, el número más alto en más de 20 años.
Sin embargo, existe una sensación en Alemania de que el enfoque del país con respecto a la inmigración no es transparente ni eficiente. La mayoría de recién llegados vienen de otros países de la UE, cuyos ciudadanos no enfrentan restricciones para entrar a Alemania o trabajar ahí. El número de refugiados que entra al país también está aumentando. El año pasado, el número de nuevas solicitudes de asilo subió casi 60 por ciento desde el 2013, hasta 173,000.
A pesar que la mayoría de alemanes dice que acepta la diversidad, la inmigración sigue siendo un tema delicado. Una encuesta realizada el mes pasado por la Comisión Europea descubrió que el 61 por ciento de los alemanes tiene una opinión negativa sobre la inmigración de países fuera de la UE. Una nueva forma de expresar esa intranquilidad vino en la forma de los Europeos Patrióticos Contra la Islamización del Occidente – o PEGIDA, según sus siglas en alemán, un movimiento de derecho desconocido anteriormente que comenzó a atraer miles a sus demonstraciones semanales.
Observando a Canadá, los políticos alemanes ven un sistema de inmigración que está abierto a sus prioridades, atrae una gran piscina de candidatos calificados y disfruta de gran apoyo interno.
Los Demócratas Socialistas, el socio junior de la coalición gubernamental de la Canciller Angela Merkel, han propuesto formalmente adoptar un sistema basado en puntos para posibles inmigrantes. Un grupo de legisladores jóvenes dentro de la Unión Demócrata Cristiana de Merkel también ha expresado su apoyo a ese sistema, al igual que los Verdes, con algunas variantes. Incluso un nuevo partido conservador euroescéptico, Alternativo para Democracia, dice que respalda el enfoque canadiense. (Sin embargo, el partido de extrema izquierda del parlamento alemán lo rechaza).
Un grupo de expertos en inmigración afirmó que Alemania no necesita un sistema de puntos como el que tiene Canadá. Ya existe una forma para que trabajadores altamente calificados de países fuera de la UE inmigren a través de lo que se conoce como el programa de la «Tarjeta Azul» de la UE.
Sin embargo, Alemania necesita una imagen más aceptante. Para eso, una modificación de la ley de inmigración de Alemania puede ser una buena idea.
Fuente: The Globe and Mail